La mayor actualidad

hace 38 segundos

El mapa negro del fuego en León: 30 años de cenizas

Cada verano, la historia se repite con...

hace 2 minutos

La rabia de Jesús Calleja por los fuegos en León

Hay momentos en los que la impotencia...

hace 2 horas

El enigma de los turistas fantasma de León

Un misterio en cifras que desconcierta a...

hace 4 horas

La UE envía hidroaviones a León para el fuego de Encinedo

Un hidroavión tipo Canadair en labores de...

Suscribirte a nuestra Newsletter

Recibe nuestro resumen diario en tu correo y ofertas exclusivas.

El mapa negro del fuego en León: 30 años de cenizas

Cada verano, la historia se repite con una crueldad matemática. El humo vuelve a teñir el cielo de El Bierzo y la Cabrera, y los nombres de siempre resuenan en las noticias: Ponjos, Oencia, Molinaferrera. No es mala suerte, es una condena. Durante más de tres décadas, estas zonas de la provincia de León se […]

...

Cada verano, la historia se repite con una crueldad matemática. El humo vuelve a teñir el cielo de El Bierzo y la Cabrera, y los nombres de siempre resuenan en las noticias: Ponjos, Oencia, Molinaferrera. No es mala suerte, es una condena. Durante más de tres décadas, estas zonas de la provincia de León se han convertido en el epicentro de una catástrofe silenciosa, un círculo vicioso de llamas que devora paisaje, futuro y memoria.

Paisaje desolador tras un incendio forestal en las montañas de León.
Paisaje desolador tras un incendio forestal en El Bierzo. Recreación digital.

Una cicatriz que no cierra

Lo que ocurre en estos pueblos no son incendios aislados, sino un problema crónico. Hablar del fuego en Ponjos, una pedanía de Oencia, o en Molinaferrera, perteneciente a Lucillo, es hablar de miles de hectáreas calcinadas a lo largo de los años. El último gran susto en Ponjos arrasó más de mil hectáreas, reabriendo una herida que apenas había comenzado a sanar del desastre anterior. Son fuegos que se convierten en lo que los expertos denominan ‘megaincendios’, cada vez más virulentos e incontrolables.

Estos eventos recuerdan a otras grandes tragedias medioambientales de la provincia, como el devastador incendio de Castrocontrigo en 2012, que se llevó por delante casi 12.000 hectáreas, o el de La Cabrera en 2017, con otras 10.000 hectáreas convertidas en ceniza. El paisaje, antes un mosaico de robles, sotos de castaños y matorral, se transforma en un desierto negro y grisáceo donde la vida tarda décadas en volver.

¿Por qué siempre se queman las mismas zonas?

La respuesta a esta pregunta es compleja y dolorosa. El principal combustible de estos incendios es el abandono. La despoblación ha dejado los montes sin quien los cuide, sin ganado que limpie el sotobosque y sin la agricultura tradicional que actuaba como cortafuegos natural. Los pueblos envejecen, los jóvenes se marchan y el monte se vuelve un polvorín.

A este cóctel se suma la mano del hombre. Muchos de estos fuegos son intencionados, avivados por conflictos de intereses, venganzas o simplemente por la acción de pirómanos. La orografía abrupta de la zona dificulta enormemente las labores de extinción, permitiendo que un pequeño foco se convierta en un monstruo incontrolable en cuestión de horas.

El coste humano y ecológico

Más allá de las cifras de hectáreas, está el impacto real. El fuego destruye la biodiversidad, empobrece el suelo hasta hacerlo estéril y aumenta el riesgo de erosión y riadas. La economía local, a menudo ligada a la apicultura, la caza o el turismo rural, sufre un golpe del que es difícil recuperarse.

Pero la peor parte es la pérdida de vidas humanas. El recuerdo del brigadista fallecido en 2012 durante las labores de extinción en Losadilla (Castrocontrigo) sigue muy presente. Cada incendio es una amenaza directa para los habitantes de pequeños núcleos rurales que ven cómo las llamas se acercan peligrosamente a sus casas.

¿Qué se puede hacer para evitar estos incendios?

La solución no pasa únicamente por tener más medios de extinción, aunque son cruciales. La clave está en la prevención y en un cambio de modelo para el mundo rural. Es fundamental invertir en la gestión forestal sostenible durante todo el año, apoyar la ganadería extensiva y crear oportunidades para fijar población en los pueblos. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, la prevención es la herramienta más eficaz para combatir los incendios.

Sin una apuesta decidida por el medio rural, que aborde el reto demográfico y ponga en valor el monte, el mapa negro del fuego en León seguirá creciendo. Ponjos y Molinaferrera son solo el síntoma de una enfermedad profunda que necesita un tratamiento urgente antes de que la próxima generación solo herede cenizas.

Rodrigo Aláez Valcárcel

Rodrigo Aláez Valcárcel es el responsable de la cobertura política y económica de Leoneses.es. Licenciado en Ciencias Económicas y con un Máster en Periodismo, acumula más de 25 años de experiencia dedicados a analizar las decisiones del poder. Antes de unirse a nuestro equipo, fue corresponsal económico y jefe de política local en medios de referencia, especializándose en el análisis de presupuestos y en el seguimiento de infraestructuras clave, lo que le otorga una autoridad y una perspectiva inigualables sobre la región.

Artículos Relacionados

La rabia de Jesús Calleja por los fuegos en León

Hay momentos en los que la impotencia se desborda y se convierte en pura rabia....

El enigma de los turistas fantasma de León

Un misterio en cifras que desconcierta a León Imagínese que le dicen que su ciudad...

La UE envía hidroaviones a León para el fuego de Encinedo

Un hidroavión tipo Canadair en labores de extinción. Recreación digital. La lucha contra el devastador...