La provincia de León, en jaque por el fuego y las rachas de viento
León vive horas de máxima tensión. Un total de 21 incendios forestales permanecen activos a lo largo de la provincia, manteniendo en vilo a los servicios de emergencia y a la población. Sin embargo, el principal enemigo no son solo las llamas, sino un factor que amenaza con descontrolar la situación: el fuerte viento. Las previsiones meteorológicas han encendido todas las alarmas ante el riesgo de que los fuegos se reactiven y se expandan con rapidez.

El infierno de Santa Colomba de Curueño
El foco de mayor preocupación se sitúa en Santa Colomba de Curueño. Este incendio, que ya ha arrasado más de 400 hectáreas, ha sido declarado de Nivel 2 de peligrosidad por la Junta de Castilla y León. La virulencia de las llamas y su proximidad a núcleos de población como Ambasaguas y Pardesivil obligaron a movilizar un despliegue sin precedentes en la zona.
Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), junto a brigadas helitransportadas (ELIF) y especialistas de las BRIF, trabajan sin descanso sobre el terreno. El objetivo es claro: perimetrar el fuego y evitar que el viento lo convierta en una catástrofe aún mayor. La situación es tan crítica que, según ha señalado el delegado territorial de la Junta, Eduardo Diego, la prioridad absoluta es evitar reproducciones que pongan en riesgo a las personas y sus bienes.
¿Qué significa que un incendio esté en Nivel 2?
Cuando las autoridades elevan un incendio a Nivel 2, significa que la situación ha escalado a un punto crítico. Este nivel se declara cuando el fuego, por su evolución previsible, puede afectar gravemente a la población o a bienes de naturaleza no forestal, como casas o infraestructuras. Es en este escenario cuando se hace necesaria la intervención de medios extraordinarios de carácter nacional, como la UME, para apoyar a los equipos de la comunidad autónoma. Es una señal de que el peligro es real e inminente.
Un mapa de focos repartido por la provincia
Aunque el incendio de Santa Colomba de Curueño acapara la atención, no es el único frente abierto. La provincia se enfrenta a una veintena de fuegos más, si bien la mayoría se encuentran en una fase más controlada. Equipos de extinción trabajan en múltiples localizaciones para sofocarlos por completo y evitar que las condiciones meteorológicas adversas los reaviven. Esta dispersión de focos exige un esfuerzo logístico enorme para los servicios de emergencia, que deben repartir sus recursos para atender todas las alertas.
¿Por qué el viento es tan peligroso en un incendio?
El viento es considerado el gran acelerador de los incendios forestales por varias razones. Primero, aporta oxígeno, que es el combustible de las llamas, haciendo que ardan con más intensidad y rapidez. Segundo, es capaz de transportar pavesas y brasas a largas distancias, creando nuevos focos secundarios lejos del frente principal y dificultando enormemente su control. Por último, hace que el comportamiento del fuego sea errático e impredecible, poniendo en grave riesgo la seguridad de los equipos de extinción.
Prevención: la mejor herramienta
Ante esta situación, las autoridades insisten en la importancia de la precaución. Evitar cualquier actividad que pueda generar chispas en el monte es fundamental. Para más información sobre cómo actuar, es recomendable consultar las guías de autoprotección ofrecidas por organismos como Protección Civil.