Un fenómeno que tiñe el cielo y ensucia las calles
Este martes, los leoneses han sido testigos de un fenómeno tan inusual como sobrecogedor. El cielo de la capital y de gran parte de la provincia se ha teñido de un intenso color rojizo y anaranjado, creando una estampa casi apocalíptica que no ha dejado a nadie indiferente.
Poco después, la sorpresa ha dado paso a la constatación: una fina capa de ceniza ha comenzado a depositarse sobre coches, terrazas y calles. Lo que parecía una simple rareza cromática se ha convertido en una lluvia de partículas palpable, un polvo grisáceo que confirma el origen lejano del suceso.
¿A qué se debe este extraño color en el cielo?
La explicación a este impresionante lienzo natural se encuentra a miles de kilómetros de distancia, concretamente en los devastadores incendios forestales que asolan Canadá. Una gigantesca pluma de humo, cargada de partículas y cenizas, ha sido transportada por las corrientes de aire a gran altitud a través del Océano Atlántico.
Este fenómeno, conocido como dispersión de Mie, ocurre cuando las partículas de humo en la atmósfera son lo suficientemente grandes como para dispersar las longitudes de onda de luz más largas (rojos, naranjas) de manera más efectiva que las cortas (azules, violetas). El resultado es el espectacular atardecer rojizo que hemos presenciado, incluso horas antes de la puesta de sol habitual del 12 de agosto.

Un viaje transatlántico de miles de kilómetros
Resulta asombroso pensar que el humo generado por fuegos a más de 5.000 kilómetros pueda llegar hasta la península ibérica. Sin embargo, las potentes corrientes en chorro de la atmósfera actúan como auténticas autopistas aéreas, capaces de transportar estas masas de partículas en suspensión a lo largo de días hasta alcanzar Europa.
No es la primera vez que ocurre, pero la intensidad de los incendios canadienses de este año ha provocado que el fenómeno sea especialmente visible y que, además, la concentración de partículas sea lo suficientemente alta como para producir esta ‘lluvia’ de ceniza.
¿Representa un riesgo para la salud esta lluvia de ceniza?
Una de las dudas más frecuentes ante esta situación es si estas partículas pueden ser perjudiciales. La respuesta requiere precaución. El humo de los incendios forestales está compuesto por una mezcla de gases y partículas finas (PM2.5) que, en altas concentraciones, pueden afectar al sistema respiratorio.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la exposición a estas partículas puede causar o agravar problemas cardiovasculares y pulmonares. Aunque la mayor parte del humo se mantiene en las capas altas de la atmósfera, la ceniza que se precipita sí puede suponer una molestia. Se recomienda a las personas con problemas respiratorios previos, ancianos y niños que limiten la actividad intensa al aire libre mientras persista el fenómeno.
La duración de este evento dependerá directamente de la evolución de los incendios en Canadá y, sobre todo, de las condiciones meteorológicas y los vientos que continúen arrastrando la pluma de humo hacia Europa.