La montaña leonesa, un polvorín silencioso
En el corazón de la comarca de Omaña, declarada Reserva de la Biosfera, se esconde una amenaza silenciosa. Los montes, que antes eran un hervidero de vida y actividad ganadera, se están convirtiendo en una auténtica bomba de relojería. La voz de alarma la ha dado Mari Carmen Mallo, alcaldesa de Murias de Paredes, quien advierte de un riesgo cada vez más tangible: incendios forestales de nueva generación, más virulentos e impredecibles.
El problema tiene dos ingredientes principales. Por un lado, el progresivo abandono del mundo rural ha dejado los montes sin su jardinero tradicional: el ganado. Las vacas, ovejas y cabras que antes pastaban libremente mantenían a raya la vegetación, limpiando el sotobosque de forma natural. Hoy, esa maleza, junto con la madera muerta de árboles caídos, se acumula sin control, creando una capa de combustible perfecta para el fuego.

El acelerante: el cambio climático y las DANAs
Al combustible acumulado se suma un acelerante cada vez más frecuente: los fenómenos meteorológicos extremos. La alcaldesa señala directamente a las DANAs (Depresión Aislada en Niveles Altos), que provocan lluvias torrenciales capaces de derribar árboles y arrastrar material vegetal, seguido de olas de calor y sequía que lo secan todo. Este ciclo convierte el monte en un escenario ideal para que cualquier chispa desate una catástrofe.
Esta percepción local está respaldada por informes que confirman un aumento de los eventos climáticos extremos en España. El monte ya no arde como antes; ahora, como advierte Mallo, «explota». La enorme cantidad de biomasa provoca incendios con una carga de calor tan brutal que son prácticamente imposibles de extinguir con los medios convencionales.
¿Por qué la biomasa es un peligro para los montes?
La biomasa forestal, compuesta por hojas secas, ramas caídas, matorrales y árboles muertos, no es mala por sí misma. Es parte del ciclo natural del bosque. Sin embargo, cuando su acumulación es excesiva debido a la falta de gestión o de ganadería extensiva, se transforma en un peligro de primer orden. Actúa como un combustible altamente inflamable que, una vez se prende, permite que el fuego se propague con una velocidad y virulencia extremas, generando incendios mucho más grandes y destructivos.
¿Qué son las DANAs y cómo afectan a los incendios?
Una DANA, popularmente conocida como «gota fría», es un fenómeno en el que una masa de aire frío queda aislada en capas altas de la atmósfera. Esto provoca una gran inestabilidad, que se traduce en lluvias torrenciales, granizo y fuertes vientos. Su impacto en los incendios es doble: primero, la violencia del agua y el viento puede tumbar árboles y aumentar la cantidad de combustible en el suelo. Segundo, tras el paso de la DANA suelen venir periodos de altas temperaturas y baja humedad que secan rápidamente toda esa vegetación, dejándola lista para arder.
Una llamada a la acción y la prevención
La alcaldesa de Murias de Paredes no solo señala el problema, sino que también apunta a la solución: la prevención activa. Reclama a la Junta de Castilla y León y a otras administraciones competentes que inviertan en la limpieza y el desbroce de los montes, así como en la creación de cortafuegos eficaces. «La prevención es la única herramienta que tenemos», insiste.
La situación en Omaña es un reflejo de lo que ocurre en muchas otras zonas de montaña de España. Como señalan organizaciones como WWF, el abandono de los usos tradicionales es un factor clave que agrava la virulencia de los fuegos. La solución, por tanto, no pasa solo por apagar incendios, sino por cuidar el territorio durante todo el año y apoyar a quienes todavía viven en el mundo rural, los verdaderos guardianes del paisaje.